Fruita amarga
Fruta amarga
Las últimas noticias aparecidas en los medios de comunicación sobre la situación que están viviendo las personas trabajadoras del campo en el Bajo Cinca no nos han pillado por sorpresa. Son muchos años los que llevamos en nuestro sindicato denunciando la situación que están padeciendo quienes se dejan la piel recogiendo la mal llamada fruta dulce de estas tierras. Afortunadamente, parece que ahora, prensa y autoridades empiezan a reaccionar ante una situación que lleva ya demasiadas décadas siendo insostenible. Tal y como sucediera con el auge del feminismo y la visibilización de los maltratadores, hasta que la sociedad no empezó a tomar conciencia de lo que realmente sucedía (todo gracias a la lucha feminista) los medios de comunicación y autoridades no reaccionaron a la sangría social que suponía la violencia machista. Pues algo parecido es lo que sucede con las personas que trabajan en el campo; no es que no existieran estos casos de abuso y de asesinatos laborales, es que se silenciaban deliberadamente.
En contraposición a las duras condiciones de quienes lo trabajan, los empresarios del campo pasean orgullosos y gozando de cierto carisma; lucen coches de alta gama, avionetas, barcos, motos de gran cilindrada y viven en casoplones; todo ello obtenido a través de la explotación hasta límites inconcebibles de quienes tratan de sobrevivir como pueden.
Poco ha cambiado la situación laboral de estas personas respecto de aquellas que nos enseñaban los libros de historia, aquellas que en el siglo XIX se dejaban la vida en unas condiciones infrahumanas mientras los empresarios obtenían ingentes beneficios y eran respetados en la sociedad, participaban en obras de caridad o aportaban dinero para actos sociales de la época. Nada ha cambiado.
Para que esta situación haya llegado hasta aquí no ha sido suficiente con mirar para otro lado. Ha sido necesario construir un discurso donde se señala al pobre como al malo. Nos dicen que son sucios, que son peligrosos, que vienen a robar, que viven de las paguitas, que tienden en los balcones, que juegan a la pelota en la calle, que te pueden violar, que se aprovechan del país al cual han venido, que tienen las casas destrozadas, que se sientan en los bancos, que comen pipas, que lo dejan todo sucio, que no se integran… Todo este discurso ha sido altamente beneficioso para los empresarios del campo que explotan a estas personas. Una vez deshumanizadas, a nadie importan; son menos que un trozo de carne.
Repulsamos y condenamos, claro que sí, toda esta situación y nos alegramos de que por fin sea noticia en los medios convencionales, pero sospechamos que no es suficiente, que como sociedad deberíamos hacer algo más. Sabemos lo peligrosas que son estas situaciones si dejamos continuar avanzando los bulos y la deshumanización. Las consecuencias pueden ser catastróficas, lo sabemos en Fraga y lo deberíamos tener bien aprendido.
Mientras condenamos y repulsamos, a nuestro sindicato, continuarán llegando personas que trabajan en el campo y en los almacenes frutícolas, desesperadas por los despidos, por el trato recibido en la empresa, por sufrir amputaciones que no tienen mayor consecuencia que la pérdida del trabajo y la alta por curación. Mientras repulsamos y condenamos, la campaña de la fruta dulce continúa. Continúan los hacinamientos en infraviviendas, continúan los incumplimientos de convenio firmados y redactados por la patronal. Unos convenios que son irrisorios y, pese a ello, se ignoran descaradamente sin que se actúe de oficio ante el flagrante delito. Continúan los accidentes laborales, los golpes de calor y las muertes por obligar a trabajar con temperaturas insoportables porque la fruta madura. Continúan lo bulos y la estigmatización del pobre y continúan los empresarios de la fruta renovando su parque móvil, mejorando sus viviendas, yendo a lugares exóticos de vacaciones y ampliando sus negocios a costa de la sociedad de miseria que están construyendo a nuestro alrededor.
En definitiva, se culpabiliza al oprimido y se admira al opresor condicionados por el mensaje reaccionario de los medios de comunicación, cada vez más estigmatizadores con los sectores vulnerables de la sociedad y más laxos con las clases dominantes. Mientras tanto, políticos y empresarios aprovechan estas situaciones para actuar impunes.
Como se ha visto en la historia, las condiciones de vida nunca mejoran sin lucha de clases, en nuestras manos está acabar con esto o continuar mirando para otro lado.
Ni nativa ni extranjera. ¡Clase obrera!
9 de julio de 2025
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